El manuscrito del Beato de San Andrés de Arroyo ofrece un cúmulo de peculiaridades que le singularizan de entre todos los beatos. Es considerado un beato tardío que armoniza dos aspectos: sus imágenes contienen las fórmulas del románico pleno y algún recuerdo de la tradición ilustrativa de los beatos altomedievales, y reafirman su papel iluminador y de mayor efectividad que la palabra para expresar el mensaje divino. Por otra parte este códice anuncia la recuperación de los planteamientos visuales del clasicismo. Las coincidencias estilísticas del Beato de San Andrés de Arroyo con el Beato de San Pedro de Cardeña nos permiten suponer que su ilustración posiblemente fue realizada en el Monasterio de San Pedro de Cardeña.

En el Beato de San Andrés de Arroyo el oro y la plata se utilizaron con profusión. El lapislázuli, que era traído de Persia y que lograba los azules más intensos, proporciona una riqueza al manuscrito sólo comparable con la que se alcanza mediante el uso de la lámina de oro. Todo ello indica el deseo de producir un manuscrito rico, probablemente por encargo de Fernando III el Santo. El manuscrito fue regalado al monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo, custodiado por las monjas que lo regentan, hasta que la Bibliothèque nationale de France lo compró a M. Toca en 1882, donde se conserva en la actualidad.

El Beato de San Andrés de Arroyo es uno de los últimos grandes códices ilustrados con un enorme número de miniaturas. Se trata de un manuscrito rico donde se utiliza oro con abundancia. Su estilo no está muy lejos del que proviene de algunos miniaturistas de San Pedro de Cardeña, por lo que cabría la posibilidad de que hubiera sido realizado en el monasterio burgalés. Sobre todo destaca el hecho de que por vez primera y última, algunas miniaturas incorporan a ilustraciones de tradición hispana altomedieval señales iconográficas foráneas. En definitiva, es el más europeo de todos los beatos. Pese a esta incorporación de elementos procedentes de Europa, no hay ni una señal que anuncie algo que vaya poco más allá del 1200, esto es, nada existe que podamos llamar gótico. Por ello, entre otras cosas, entiendo que se debió de copiar hacia 1210-1220 y no más tarde.

Dulce Ocón
Catedrática de Historia del Arte