Sinónimo de Convento y de reunión, nos recibe el pequeño claustro con sus 16 arcos de medio punto, y pasillos decorados con reproducciones del Códice medieval ilustrado en esta abadía por primera vez en la historia en el siglo VIII.

Un lugar siempre acogedor, su frescura en verano y protección en invierno, ofrece un aspecto diferente del resto del Monasterio.

Tiene rosas y hortensias, y su fuente en el centro que despierta esa emoción del espíritu cuando se escucha el murmullo del agua.

Esta vieja entrada medieval al convento tras el soportal de sus 2 arcadas, con la mirada del relieve del Beato en su escriptorium, se convirtió en el siglo S.XVII, en lo que hoy muestra un estilo herreriano con dos alturas, muy sencillo y austero con sus pasillos para pasar y pensar en el importante regalo de nuestra vida, y la esperanza de que quizás lo mejor este por llegar.