El tibio sol de febrero, ya se impone sobre las montañas y alcanza la plaza del Monasterio, al igual que los visitantes que acuden fieles a su cita con la celebración de la Eucaristía, que diariamente, a las 12, los recibe con la alegría del reencuentro.

También durante la pandemia, y las restricciones, se ha mantenido la Misa, y las puertas de esta iglesia han permanecido abiertas y con las manos tendidas a quien quiera venir a ver, oír, o creer.

Respetando aforos, distancias, mascarillas y geles, los Hermanos han continuado sin descanso con su oferta de: Paz, y Bien, sintiendo el dolor de los enfermos y los que se han ido como propio,  y ofreciendo la ayuda que la historia les ha confiado: El Lignun Crucis, el Santo Leño, cuya Veneración y Bendición se ofrece  diariamente y nos recuerda  que la generosidad, la misericordia y el consuelo, tienen entre estas pareces milenarias un refugio para todos. (MgP)