La fe es puesta a prueba en niveles muy personales: ¿Por qué la enfermedad y la muerte?…, ¿Por qué tanto sufrimiento?…, ¿Cómo creer que Dios es bueno cuando hay tanto sufrimiento en el mundo?…, ¿Por qué se oscurece el sentido mismo de la fe ante la muerte, el dolor y la Cruz?

Ante la Cruz no nos vale el tópico ni la respuesta fácil y aprendida. La fe no es una varita mágica que da respuesta a situaciones ante las que nos envuelve la noche o el vacío. Estas situaciones mismas ponen a prueba nuestra fe; pequeña o grande, madura o infantil…

Más aún: La fe madura a través de caminos de purificación de lo que creía que era fe y sólo era un universo coherente que justifica y da razón de lo que ocurre.

Si el camino de los creyentes es el amor de Jesús hasta la muerte, no nos es posible apearnos de este camino que pasa por la noche. La fe puesta a prueba en la Cruz o desde la Cruz es parte del camino.