“La tumba vacía no nos da respuestas. Más bien, crea un espacio en el que podemos hacer preguntas difíciles. Proporciona un lugar donde podemos encontrarnos cara a cara con todo lo que nos hace temer, todo lo que nos impulsa a elegir el aislamiento de Dios, de los demás e incluso de nosotros mismos en lugar de elegir seguir caminos hacia la auténtica fraternidad con Dios y con unos y otros. 

Al final, la promesa de la resurrección nos da esperanza. Sin embargo, esta esperanza no es solo el resultado de algo que viene de fuera de nosotros, de la fe en el poder de la gracia y el amor de Dios. Es, al final, el resultado de una decisión que tomamos en nuestra mente y corazón de acoger y abrazar a Aquel que ha abrazado la muerte para que nos lleve a todos hacia una experiencia auténtica de lo que significa estar vivo. La resurrección de Jesús nos presenta una opción radical: vivir diariamente en el poder del amor de Dios que es más fuerte que los efectos crueles y esclavizantes de la injusticia, el racismo, el odio, la violencia y un páramo espiritual. O vivir en la indiferencia, el miedo y la desesperanza que ofrece todo lo que se opone a la justicia, la santidad, la bondad y la verdad.”

(“El mensaje de la tumba vacía”; Carta de Pascua de Fr Michael A. Peryy, Ministro General Franciscano, OFM)