De los contrastes de la existencia, salen las verdades. Una Virgen pequeñita, tan solo una talla de 23 centímetros, es capaz de movilizar desde hace siglos a los corazones más lejanos. Apareciéndose a una pastorcilla que había perdido su ganado en la niebla en medio del bosque, la Señora Celestial la tranquilizó con el más poderoso de los mensajes: “El Señor te acompaña, no temas”.

Los habitantes de estas montañas,  han aprendido con resilencia, a entender la dureza del paisaje, el clima, y otras dificultades añadidas a estos lugares lejanos de muchas cosas. Y lo han hecho durante generaciones y en cada uno de los pueblecitos con la fidelidad a su Virgen de las Montañas, una Virgen de Luz que cada dos de mayo los convoca junto a su hijo en la Cruz del Monasterio de Santo Toribio, Madre e Hijo siguen protegiendo a todos cuantos acuden a la llamada de LA LUZ frente a la oscuridad, recordando el mensaje: El Señor te acompaña, no temas. (MgP)