Dicen que la mayor parte de la vida, es una autopista solitaria. Sin duda la parte más difícil es recorrer el último tramo.

La dureza del paso del tiempo, marca con hierro, nuestros cuerpos, nuestros corazones, y los recuerdos.

La vida se manifiesta con toda su rudeza, justo cuando menos fuerzas quedan. Parece una ironía de la naturaleza, que te pidan tanto, cuando tienes tan poco. 

Pero quizás haya un mensaje oculto en el mapa del recorrido que es necesario descifrar. Una palabra tan pequeña, que sin embargo delimita el concepto más grande y profundo: FE.

Con esta fe en Dios que nos guía, el camino no será tan solitario, y una luz cálida y brillante nos estará esperando al final de la travesía para convertirnos en un nuevo principio, para descansar para siempre con Aquel que nos ha amado desde la eternidad.