“Así sencillamente oraba y decía: Te adoramos, Señor Jesucristo, también en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste al mundo” (Testamento de San Francisco de Asís).

El núcleo de la vida de Francisco y los suyos está en relación con la cruz, con la adoración al Señor Jesucristo que por su cruz nos redimió. La cruz es el momento cumbre de la vida de Jesucristo y, por tanto, el momento cumbre de lo que los hermanos estamos llamados a vivir y seguir.

La cruz representa el momento cumbre en que  Jesús obedece al Padre hasta la muerte, se hace pobre hasta el extremo de quedarse sin nada, y se entrega en amor a Dios y a los hombres hasta la locura de perdonar a los enemigos. Jesús se manifiesta como en lugar como el Hijo del Padre y como hermano nuestro.

(Cfr “La experiencia cristiana de Francisco de Asís y la identidad franciscana”; A. Fernández de Pinedo; Col Hno Francisco 45; Ed Arantzazu, Oñati 2004)