El pasado viernes 16 de abril, se celebró el 60 aniversario de la llegada de los Franciscanos al Monasterio.

No fue una llegada sin más, acudieron a la llamada para ser custodios de la Reliquia más importante de la Cristiandad, el trozo más grande que se conserva en el mundo de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo.

Providencial sin duda que la Orden Franciscana, aceptara una misión que honra la sencillez de la vida en las montañas, entre la naturaleza casi en estado puro, en donde la prisa y lo material no existen.

Los Hermanos Franciscanos han sabido entender el Monasterio  y su necesidad de protección durante todo este tiempo, al igual que los habitantes de la Comarca lebaniega, demostrándoles su deseo de ayudar en un mismo fin, conscientes en que hay veces que uno elige el lugar que le corresponde, y otras, como es el caso, parece que  es el lugar el que los ha elegido.

Pese a la velocidad del paso de tiempo, el lugar más antiguo de la Cristiandad Hispánica obró su magia una vez más, y el momento se detuvo para quedarse retenido en nuestra memoria y nuestro corazón.  Hoy sesenta años después, Liébana y Cantabria agradecen con la misma alegría que el primer día, ver el Monasterio bajo el cuidado de los Herederos del Hermano Francisco de Asís.  (MgP)