Durante miles de años, los habitantes de las cumbres, han aprendido a leer los tiempos y las estaciones y caminar juntos, con el mismo ritmo.

Lo que en invierno nos parece sin vida, apagado o sin alegría, en la naturaleza es la sabiduría de la necesidad del sueño invernal, del descanso vital.

Retroceder es avanzar, y los árboles desnudos,  el verde convertido en blanco, los pueblecitos silenciosos bajo la lluvia y la oscuridad temprana y larga, pueden llegar a confundir los ánimos, viendo lo que en realidad no es. Y como maestra de lo bello y verdadero la natura nos envía un mensaje de esperanza,  para recordarnos que todo vuelve, a su tiempo, como estas primeras violetas silvestres que pequeñas pero valientes… Comienzan a pintar de colores los paisajes y los ánimos.  (Marga Pereda)